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sábado, 14 de agosto de 2010

Poemas Ernesto Cardenal







Ernesto Cardenal Martínez, nace en Granada-Nicaragua, el 20 de enero del 1925. Escribió su primer poema con tan sólo 7 años. Terminó el bachillerato con los Jesuitas y se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1948 realizó estudios de Literatura Norteamericana en la Universidad de Columbia de Nueva York y un año después viajó por Italia, España y Suiza. Político, escultor y escritor, es conocido internacionalmente por su obra poética. En 1952 su poema "Con Walker en Nicaragua" gana el premio del Managua Centenary. Ese mismo año fundó una pequeña editorial de poesía, "El hilo azul", en la que publica el trabajo de varios poetas. Cardenal recibe en 1980 el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán. Fue nominado en mayo de 2005 a recibir el Premio Nobel de Literatura. En 2009 obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Entre sus obras poéticas destacan; Hora 0, (1957), Epigramas (1961), En Cuba (1962), El estrecho dudoso (1966), Oráculo sobre Managua (1973), Cántico Cósmico (1989), Versos del pluriverso (2005).







ANTOLOGÍA POÉTICA








ACUARELA


Los ranchos dorados cercados de cardos;
chanchos en las calles;
una rueda de carreta junto a un rancho,
un excusado en el patio,
una muchacha llenando su tinaja,
y el Momotombo azul,
detrás de los alegres calzones
colgados amarillos, blancos, rosados.


AYER TE VI


Ayer te vi en la calle,
Myriam y
Te vi tan bella,
Myriam, que (¡cómo te explico
que bella te vi!)
Ni tú Myriam, te puedes ver
tan bella ni imaginar
que puedes ser
tan bella para mi
y tan bella te vi que parece que
Ninguna mujeres más bella que tú
Ningún enamorado
ve ninguna mujer
tan bella, Myriam, como yo te veo a ti
Y ni tú misma Myriam,
eres quizás
tan bella¡ Por qué
no puede ser real tanta belleza!
Como yo te vi de bella ayer en la calle
O como hoy me parece,
Myriam que te vi.


COMO CANTA LA NOCHE


Como canta de noche
la esquirina
al esquirín
que está sobre otra
rama
“esquirín,
si querés que vaya, iré
si querés que vaya, iré;
y a su rama la llama
el esquirín:
Esquirina,
Si querés venir,
vení
Si querés venir,
vení”,
y cuando ella
se va donde él está
el esquirín se va
para otra rama:
así te llamo
yo a ti,
y tú te vas
Así te llamo a ti,
y tú te vas.


HAY UN LUGAR


Hay un lugar junto
a la laguna de Tiscapa
—un barco debajo
de un árbol de quelite—
que tu conoces
(aquella a quien escribo
estos versos, sabrá
que son para ella)
Y tu recuerdas
aquel banco y
aquel quelite;
La luna reflejada
en la laguna de Tiscapa,
Las luces del palacio
del dictador
las ranas cantando
abajo en la laguna
Todavía está aquel árbol de Quelite
Todavía brillan
las mismas luces;
En la laguna de Tiscapa
se refleja la luna;
Pero aquel banco
esta noche estará vacío
O con otra pareja
que no somos nosotros.



NUESTRO AMOR


Nuestro amor
nació en mayo
con malinches en flor
—Cuando están en flor
los malinches en Managua—.
Sólo ese mes
dan flores:
en los demás
dan vainas
pero los malinches
volverán a florecer
en mayo
y el amor
que se fue
ya no volverá
otra vez.


RECIBE ESTAS ROSAS


Recibe estas rosas
costarricenses,
Myriam, con estos
versos de amor
mis versos te recordarán
que los rostros
de las rosas
se parecen al tuyo
las rosas
te recordarán
que hay que cortar
el amor,
Y que tu rostro
pasará como
Grecia y Roma
Cuando no haya
más amor
ni rosas de Costa Rica
Recordarás, Myriam,
esta triste canción.


SOBRE EL MOJADO CAMINO


Sobre el mojado camino en el que
las muchachas con sus cántaros van y vienen,
cortado en gradas en la roca,
colgaban como cabelleras o
como culebras las lianas de los árboles.
Y una especie de superstición
flotaba en todas partes.
Y abajo: la laguna de color de limón,
pulida como jade.
Subían los gritos del agua
y el ruido de los cuerpos de color
de barro contra el agua.
Una especie de superstición...
Las muchachas iban
y venían con sus cántaros cantando
un antigua canto de amor.
Las que subían iban
rectas como estatuas,
bajo sus frescas áncoras rojas
con dibujos los cuerpos frescos
de figura de ánfora.
Y las que bajaban
iban saltando y corriendo
como ciervas y en el viento
se abrían sus faldas como flores.



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Rosana

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