Destruyes murallas
donde otros las
construyeron;
de sensaciones
mortaja
la vida que sentido
orientativo
va obteniendo de la
batalla;
Que arde el más
hastío
de los
infiernos,
donde mueren niños,
ancianos,
donde todo arrasa sin
coraza,
porque no duele al
asesino.
¿Quién destroza
pues
el alma del
desvalido?
quien osa endurecer todo este
cruel
dolor que encarnece en la
piel
haciéndola mucho más
dura.
Profanas las heridas de los
muertos,
no tienes piedad de
nadie,
llanas todo a tu paso, huele a
sangre,
humo, enfermedad y
hambre,
¡Que masacra el cuerpo de
cólera!
¡Ay! Que triste verdad
yace,
de todo a tu paso te haces
dueño
pues el infierno es tu
morada,
de fuego, azufre y
sarna,
contemplas con esplendor tu
causa.
¿Qué te mueve a luchar
así?
Que revuelves las
entrañas,
y los hijos sin madre
lloran,
las madres sin hijos
lloran,
lloran los hijos sin
padres;
Y las madres y padres
lloran,
por el presente sin
sentido,
que la vida señor mío no es de
nadie,
para que creas ser el
amo
absoluto del
mundo.
© 2014 Rosana Martí –
Oda
(Todos los derechos
reservados)