Renacimiento

Quedé herida de muerte mientras reflexionaba sobre mi existencia. Decidir, si seguir adelante o no se convirtió en mi gran dilema.

Caminaba sin rumbo fijo; mi mente quedó inerte, mis pensamientos volaban hacia ninguna parte, carentes de sentido. No deseaba continuar, sintiendo un malestar que me ahogaba hasta las entrañas, como si lo más profundo en mí estuviera muerto.

Aunque deseaba elevar mi ánimo, me resultaba difícil incluso parpadear mis ojos; parecía un imposible. Mi mente se resistía a permitir que mis sentidos se activaran.

Mis ojos, secos de lágrimas, experimentaban un dolor intenso que obstaculizaba mis recuerdos. Aquellos hermosos recuerdos que viví en algún día muy lejano se veían afectados por esta sensación dolorosa.

Pero en medio de la oscuridad, una luz tenue comenzó a filtrarse. Encontré apoyo en personas que, de alguna manera, percibieron mi dolor. Lentamente, mis lágrimas se convirtieron en gotas de esperanza.

Con el tiempo, descubrí que la vida aún guardaba momentos de alegría y sorpresas inesperadas. Un nuevo amanecer se gestaba dentro de mí, trayendo consigo la promesa de un renacimiento. Las heridas que pensé que me consumirían para siempre empezaron a sanar.

Decidí abrazar la vida con valentía, aprender de las lecciones que me había enseñado la adversidad. Mis pensamientos oscuros se disiparon, y una nueva perspectiva floreció en mi interior. Descubrí la fuerza que residía en mi vulnerabilidad y la capacidad de transformar el dolor en fortaleza.

Así, caminé hacia adelante con renovado propósito, consciente de que, a pesar de las tormentas, siempre existe la posibilidad de un final feliz.

© 2023 Rosana Martí ®

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