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Alejandra Pizarnik (1936-1972)
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Flora Alejandra Pizarnik, nace un 29 de abril del 1936 en
Avellaneda-Argentina, una de las poetas más destacadas e interesantes del siglo
XX. Los orígenes de sus padres ruso y eslovaco marcaron su vida. Llegaron a
Argentina sin saber nada de castellano. Exiliados por el fascismo y el
estalinismo. Ya de pequeña le rozó la muerte y esto lo reflejaría en muchas de
sus obras. Su autoestima se vió mermada por su fuerte acento al hablar y su
tartamudez, además de su facilidad a subir de peso.
En 1954 comenzó sus estudios en la Universidad de Buenos
Aires de la facultad de filosofía y letras, permaneció como estudiante hasta el
1957, donde estudió; literatura, periodismo y filosofía, pero no llegó
acabarlos. Tomó clases de pintura cuando cursaba en la universidad con Juan
Batlle Planas.
Gran lectora de muchos autores, intentó aprender de ellos a
través de sus escritos, le motivó a temprana edad por escribir y así compuso
grandes poemas del romanticismo, surrealistas donde la sensibilidad y inquietud
formal marcada por su acentuada imaginación.
Publicó su primer libro en 1955 “La tierra más ajena”, y en
1956 publicaría, “La última inocencia” está obra la dedicó a su psicoanalista
León Ostrov. Y en 1958 publicó “Las aventuras perdidas”.
Desde el 1960 al 1964 Alejandra vivió en París, trabajó para
la revista, “Cuadernos” y para algunas editoriales, publicó poemas y algunas críticas para varios diarios, tradujo a algunos autores, y también estudió en la Sorbona; historia de la religión y literatura francesa. Fue allí donde entabló amistad, con otros poetas, como; Octavio Paz, Rosa Chacel y Julio Cortázar. En 1962 escribió, “Árbol de Diana” donde Octavio Paz le hizo el prólogo.
El 25 de septiembre del 1972, a los 36 años se quitó la vida. Dejando así un legado de sus letras en el mundo.
POEMAS
TU VOZ
Emboscado en mi escritura
cantas en mi poema.
Rehén de tu dulce voz
petrificada en mi memoria.
Pájaro asido a su fuga.
Aire tatuado por un ausente.
Reloj que late conmigo
para que nunca despierte.
POEMA PARA EL PADRE
Y fue entonces
que con la lengua muerta y fría en la boca
cantó la canción que le dejaron cantar
en este mundo de jardines obscenos y de sombras
que venían a deshora a recordarle
cantos de su tiempo de muchacho
en el que no podía cantar la canción que quería cantar
la canción que le dejaron cantar
sino a través de sus ojos azules ausentes
de su boca ausente
de su voz ausente.
Entonces, desde la torre más alta de la ausencia
su canto resonó en la opacidad de lo ocultado
en la extensión silenciosa
llena de oquedades movedizas como las palabras que escribo.
LA ENAMORADA
Ante la
lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.
Hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió.
Enviarás
mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado.
Oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo.
¡Oh! nada
de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!